La oscuridad atenuada por las farolas y mis pasos amortiguados por regaderas impetuosas que atraviesan el pueblo, no llovió, aún amanece y las nubes vuelan en lo alto, dos despistados buscando café, yo andando, calles empedradas, dónde está el silencio, todos duermen en la casa, un banco para unas palabras escritas, sopla el aire, es viento, luces de navidad, es, será noche de reyes, deseos para un año o para una vida.
Béjar y su cabalgata adelantada, en el día cuatro, carrozas estrechas, es por las calles, no cabe más, tampoco más almas, parecemos seguir a una procesión, atajamos y siempre aparece el mismo rey, Baltasar, que se mueve al ritmo de la música, hasta que en una de esas vemos a los demás, a los barbudos reyes que siempre van delante, al son de villancicos y rodeados de niños, muchos, con padres, y luna en brazos, y calles que se vacían después, quedan caramelos por los suelos, y los niños preguntarán si es esta noche y no va a ser, no, hay que esperar a que los reyes empaqueten, a ver quién les explica que se adelantaron por la lluvia, y qué harán si llueve esa noche dirán también y entonces aparecerá la magia.
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