Sol el miércoles. Gritan las pescaderas en el mercado de San Sebastián. Al lado la Catedral con la estatua ecuestre de Vimara Perez (siglo IX), caudillo asturiano y primer gobernador del condado Portucalense. Suena una trompeta en el exterior. El interior es oscuro. Parece la nave central un románico elevado con pocas ventanas. Retablo barroco recargado en lo que parece una extensión. Los turistas escuchan con los cascos puestos al guía que habla en alto, incomprensible la lengua. Azulejos en el claustro, sacristía que perdió su pintura del techo. Museo del cabildo, capillas, tesoro. Paz en el entorno. La estudiante nos hace la foto. Escasos turistas pasando a la zona de pago, se quedaron en la nave. Los azulejos se llenan de rostros. Nos cuenta la fotógrafa que el objetivo es sacar fondos para los estudiantes, ella estudia Turismo. Afuera la trompeta sigue sonando. Más miradores y casi podemos tocar una torre de Iglesia. El vacío abajo. Visitamos después la Iglesia de San Lourenzo, la que casi podíamos alcanzar. Le llaman también la de los grillos, por el atuendo negro de los Agustinos descalzos. Alberga un Museo de arte sacro. Pequeño y recogido, solos para visitar piezas en su mayoría anónimas, esculturas de piedra que llevan siglos expuestas. Una sala se dedica a Irene Vilar, escultora (1930-2008). Desde el coro se ve abajo la iglesia y el silencio lo envuelve todo. La galería de las confesiones, llamada así por los jesuitas, es alargada y exhibe obras a ambos lados. Lienzos diferentes como los de Armanda Passos que añade color y formas diferentes al arte sacro. Mas miradores a la salida, sopla una ligera brisa. Le oigo a alguien decir que si hay que visitar sólo una iglesia en Oporto visite la de San Francisco. Tiene razón. Espectacular en su interior, con retablos enormes a ambos lados de la nave. Mártires franciscanos en Marruecos y árbol de Jesé. Luces que se filtran y añaden color a los dorados que recubren las columnas. No se pueden hacer fotos, falso, siempre hay desobediencia. Hay también museo y cementerio en sótano, le llaman catacumbal. No se pierdan la escultura sobre la caridad de Antonio Teixeira. Suena el adagio de Albinoni, no se puede pedir más. Sol y calor hoy. En el restaurante Linos las alubias con calamares son excelentes. A la salida una tuna masculina de Derecho canta, toca y baila. Amplia, congrega curiosos que aplaudimos la actuación. La ribera del Douro explota de luz y paseantes, de toda edad y condición. Vacaciones, jubilados, ocio, idiomas. Los jóvenes se arrojan al río y pasan la gorra. La concurrencia espera y aplaude. Una copa de vino, mínima, para degustación. En la quinta de Santa Eufemia. Sabor recio. Ellas cantan, alegres, por el vino, más bien, por los vinos que guían sus pasos por las bodegas. Mi imaginación me juega malas pasadas. Me empeño que Santa Quiteria tiene ermita en Álava, será que no. Suenan violines enchufados, también una guitarra, todos buscando reconocimiento y monedas. O algo más. No hay nada como tocar los clásicos para que paremos y pongamos notas al instante, ese que nunca volverá. Es Septiembre y hay castañas asadas con sal. En EU and TU los camareros se desviven de simpatía. Se acaba el día, tiempo aún para escuchar a Pinto e Convidados, en directo, en RUA, en la travesía de Cedofeita, una calle de otro siglo, en compañía de la caipiriña
Macarrones con salsa de pistacho
-
Cocer la pasta durante 10 minutos y mientras tanto preparar la salsa de la
siguiente manera: Pochar un calabacín mediano cortado en trozos con piel.
Pelar ...
Hace 6 meses
No hay comentarios:
Publicar un comentario