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cines
El
Omy dicen que lleva 31 años cerrados. Hay verja, pero por cada una de las
adyacentes se puede ver la taquilla, diminuta. Habría que agacharse para ver a
la persona que nos daba ese trozo de papel a modo de entrada que algunos guardarían
en una vieja cartera, quizás poniendo el nombre de la película vista detrás. De
ahí a estar adentro, sentado, sólo un paso. Escasos metros para soñar. Es Medina
de Rioseco. Soportales para protegerse de la lluvia si llueve o para pensar que
se siente un poco menos de frío mientras abren la puerta. El Berruguete de
Paredes de Nava cerró hace 34 años. No se puede aparcar delante, señal que
pierde color. Nadie lo hará. Tuvieron su momento. Quiero creer que dentro, en
el abandono, puedan quedar sueños no cumplidos, de aventuras o de amores. Y sus
dueños, desperdigados por el mundo o por el universo quizás recuerden todavía
una espera, una butaca, una mano, un miedo o un escalofrío de origen desconocido,
algo que sucedió un Domingo.
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