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puertas

Hay
puertas de esas que si llamas a la aldaba, si la golpeas, nadie vendrá, ni a la
primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Nadie correrá el visillo que no
existe en la ventana anexa ni asomará su cabeza. La puerta como premisa de algo
grande dentro, la imaginación vuela a un escenario cerrado, que esconde ecos de voces
apagadas. Hay otras que se cruzaron mil veces, también, que guardaban
posesiones o simplemente ponían límites. Hoy el límite es el cielo, imperfecta,
huérfana de su otra hoja, nadie la empuja, nadie la mueve, un día alguien la
derribará, nadie se aferra a ella, cansado, esperando le abran, o impaciente,
haciendo tiempo para que salga su amada. Dentro las plantas, a su aire, las
flores. Las puertas, que cierran o abren mundos, pero que siempre despiertan
palabras.
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