Uno más de los días D de su vida, cada uno con su importancia aumentada, siempre más, la suerte está echada, esa frase que lo dice todo y no dice nada. Tras echarla salió a pisar calles, a punto de resbalar, había un número incontable de hojas húmedas con algo de verdín en las rendijas del empedrado, eso y unas suelas desgastadas. Fue a ver trenes rápidos en una estación inhumana de frío, pasaban de uno en uno por la vía 4, unos paraban, los mas no. Miraba de lejos a través de las ventanillas, cabezas bajas, un señor lo miró, quizás se vieron reflejados en un espejo. Luego entró en un bingo, abierto muchas horas, oyó números y pintó algunas cruces que no fueron suficientes para no perder el dinero, el mismo que siguió gastando en un décimo de lotería. Finalmente cayó, muchos le miraron y solo ella se acercó para ayudarle a levantarse, cuando se despidieron el resto seguía mirando, le hubiera gustado invitarla a algo pero no se atrevió. Dolor en las costillas, dolor al respirar, nada de rabia, solo frustración. La tortilla en la barra parecía mas bien una plaza de toros. El trozo que él se comió rompió el albero, la acompañó de una copa de vino, rojo y cálido. Ay la costilla, o las costillas. El día oscuro, tristeza en el ambiente a pesar del tiovivo que estaban montando, a pesar de los caballitos inmóviles, a pesar de los turistas y su tristeza disfrazada. Camiones de reparto donde algunos cargaban y cargaban, se deslomaban. Pero nada podía estropear su día D, esperaba algo, cosas, aparte de una paz interior que se le resistía. Luego arreció la lluvia, sin paraguas. Detrás de los cristales llueve y llueve, él estaba delante, las costillas recordándole donde poner los pies, buscando a la samaritana, no encontrándola, recordando el amanecer de ayer, inmenso en colores, llenando todo de luz en el ventanal sin marcos del campo abierto. ¿Y qué hacía él allí en ese campo? ¿Y por qué hoy era un día D? Y algo en él como de huída que nunca termina, dando vueltas, pisando las mismas calles una y otra vez, con un dolor que seguía, lateral, de costado, y buscándola a ella para invitarla y volviendo a la estación, ninguno era su tren, y volviendo a casa, abriendo la puerta, y oyendo una voz, ¿eres tú?.
viernes, 19 de diciembre de 2025
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