Campos enharinados en el día, nubes bajas, y aunque tarde siempre sale el sol para dejar mis ojos a medias y alegrar los campos.
La noche es diferente, tan oscura que parece querer entrar el miedo por ese pueblo desierto donde todas las ventanas se antojan escrutadoras, donde alguien al volante con quien me cruzo parece sorprenderse de mí, como extraño que soy, noche tan vacía de luz que es mejor no pensar en lo inacabable que tiene cuando acaba de empezar, tan solo sigo las canciones, una tras otra, y canto para espantar males.
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