sábado, 8 de junio de 2024

galicia.2024.1

Todavía es Mayo de 2024, vamos haciendo un camino que se llena de colores en campos, en tierras y en cielos. Contrastes marcados por el sol que no se oculta y que gradúa en intensidad lo que percibimos. En Ponferrada hay calma, más que en provincias, la calma chicha de mediodía sin viento. Hay banderas que esperan mucho del fútbol, tanto como un ascenso o un gramo de felicidad. No sé si el balón da para tanto. Poco a poco entramos en Galicia y en A Coruña siguen los colores y los bramidos del viento que azota hasta al mar que rodea la ciudad que se pasea por el marítimo de rojas farolas y donde las gaviotas quedan suspendidas en el aire, inertes hasta que ellas quieran. En la torre de Hércules no hay refugio posible, movimiento infinito. Se mueven cabellos, plantas y ropajes, se vuela la gorra y se vuelven locas las personas, el cerebro se tambalea con los sonidos incalificables y juguetones, imprevisibles y aleatorios. Hay playa de Riazor, también de Orzán, urbanas, con grupos de jóvenes que pasan la tarde, hay rosario en la Iglesia de Santiago y María Pita, heroína de 1589, preside una bonita plaza. Y al otro lado de la península hay casas blancas, con más cristales que blanco, que relucen más que el sol.

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