miércoles, 27 de septiembre de 2023

Nápoles.4

Comemos en Via Tribunali, concurrida y llena de rincones, callejones y plazas, comercio y restauración para atraer al turismo. Hay colas para algunas pizzerías, serán buenas pero habría que preguntarles si la espera compensa. La Basílica de San Lorenzo Mayor es enorme, con Belén y muchas esculturas en piedra. Fuera vemos la vida a pie de calle con viviendas en bajos de puertas y ventanas abiertas, y otra vida en balcones con una madre que quiere dormir al bebé con motos o sin ellas. Imposible saber cuántas pizzas se comen al día en esta ciudad. Posible consultar que la tasa de paro en la región de la Campania es mayor del 19%. Seguimos por la Catedral donde la capilla de San Genaro es recargada; integrada en el conjunto está la también Basílica de Santa Restituta, una de las joyas del entorno. Allí podemos ver el mosaico de Santa María del Principio, obra de Lello da Orvieto (1322). La otra joya es él baptisterio de San Juan de la Fuente con enorme pileta y bóveda con mosaicos. Seguimos camino por calle dedicada a la venta de belenes y todo tipo de figuras y muñecos de personales famosos, se pueden imaginar quién es el que está más presente. Y como no, los miles de cuernos rojos a la venta, más parecen pimientos, aquí son considerados amuletos de la buena suerte. Más iglesias, conventos e iglesias sin mano de pintura, con suelo de azulejo, con cuadros sepultados bajo el polvo y el tiempo. Con calles estrechas y vida que no puedo imaginar tras las paredes. Descubriremos por casualidad el Palacio Venecia, antigua sede de los cónsules venecianos, el jardín es acogedor y alguien toca el piano en el interior, lugar hoy dedicado a eventos de todo tipo, de entrada libre. Santa Clara es acogedora, en 1943, el cuatro de Agosto, quedó semi destruida por las bombas, allí un fraile descalzo reza al lado de la capilla de los Borbones donde está enterrada la Beata María Cristina de Saboya, reina consorte fallecida a los 23 años. Jesús el Nuevo es grande, ornamentada, inmensa, de enormes esculturas y de curiosa fachada oscura, y se encuentra en la plaza del mismo nombre que es amplia y luminosa. No sé si antes o después de cenar el bicho más raro del mundo se posa en nuestros manos, sin saber a qué orden pertenecerá acabamos, casi, el día en el jardín encantado del palacio anterior donde el piano sigue sonando y hasta soñando, un Aperol y un cocktail bajo los faroles y bajo la luna que no se ve. Después una luz a lo lejos en forma de cruz y que cambia de color nos anima a alcanzarla, no es un bar ni nada parecido, es el reclamo celestial.

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