Así de pequeño me siento, con las letras y las notas de los cantos de los pájaros. Es Aranjuez, donde los árboles se multiplican, dentro de los jardines del príncipe y fuera. Jardín vallado, el más grande de Europa, poco adornado en cuanto a esculturas y demás, asalvajado, con vasijas de piedra que pueblan una pared, donde meto la mano y hay hueco, allí donde la piedra envejeció con el paso de los años y con la humedad del río. Hay vías de acceso a las huertas con hileras de árboles de corteza gris a ambos lados, caminos que parece que nunca acabarán, se puede caminar pisando hojas caídas, se puede caminar hasta cansarse entre soles y sombras que vienen a intervalos regulares, y la tarde que apenas empezó. Y el Tajo va y viene, apto para pescar, para remar, para contemplarlo, parece inmóvil pero viaja hacia el oeste, sigue al sol y siempre le alcanza y sobrepasa porque siempre llegan aguas a Lisboa.
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Hace 1 mes
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