El último día, como el primero, salió el sol y llegó el ocaso, al que yo asistí en un coche en movimiento, a la vera de montañas de miel donde el cielo dejaba de ser azul en el horizonte para tornarse naranja, y donde la última nube, deshilachada, volviose roja, y donde los coches avanzaban, corrían, para llegar a su destino, incierto siempre.
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Hace 1 mes
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