Messi no quiere opinar sobre la pandemia, no es lo suyo, dice. Consecuente,
no es un charlatán ruidoso de esos que rellenan con absurdos comentarios los
medios de comunicación. Escuchar a Messi a ciertas horas de la noche incita al
sueño. El entrevistador no ayuda tampoco, más preocupado en su condición de
forofo por si se marchará el jugador o no. El protagonista parece buscar las
palabras antes de soltarlas, todos lo hacemos, pero él aún más, de forma muy
tranquila, lánguida, nada parece sacarle de quicio, no hay titulares ni
primicias, sólo las palabras de alguien que realmente no quiere hablar, que se
siente cómodo sin que le miren y que pide intimidad, y que sobre todo se siente
pleno con la pelota en el césped. Lo demás sobra, a veces hasta las palabras.
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Hace 1 mes
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