sábado, 6 de abril de 2019

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Es Martes, viajamos a Nantes, atasco de salida y de entrada. Dejamos el Garona y vamos a por el Loira. Entre medias camiones recorriendo el mundo, árboles donde colonizó el muérdago, llanuras, más árboles, más viñas, pasamos por Cognac y sus vides. Carretera más bien monótona. Nantes y su primera impresión, es distinta a Burdeos. Allá el río sorprende y parece articular la vida. Aquí el río se encoge y las calles se enmarañan de otra forma. 

En la Cantina del Cura el simpático camarero habla español. Los crepes con vegetales conforman otro tipo de comida, acompañada por una sabrosa sidra. Andamos con frío y viento por zonas peatonales y por pasaje acristalado con estatuas y escaleras que alberga tiendas no económicas. Alguna iglesia, llueve, paraguas y catedral, restaurada, después de bombardeos en guerra mundial y de incendio. El comienzo de la construcción data del XV. Hay obra maestra aquí, sepultura de mármol blanco, de Francisco II de Bretaña y Margarita de Foix, mandada construir por su hija Ana, duquesa de Bretaña. Obra de Michel Colombe. Alguien la escondió para salvarla de la época de terror tras la revolución, me pregunto cómo la movieron. Ese terror que acabó con tanto patrimonio.

Ya llueve menos, o nada. En Starbucks el café y su sabor son internacionales. Restos de bolas de navidad dibujadas sobre el vaho recurrente, dos bolas, grande y pequeña. Sólo las veo yo. Los jóvenes hablan inglés en los establecimientos, buena noticia. Gente en bici, carriles por doquier.
Visitamos castillo, almenas y patio, corredores por las alturas y riberas del foso. Sale el sol y se quita, espacio para fotos. También la antigua fábrica de galletas LU, hoy biblioteca y centro cultural.

Cena improvisada, bocata bajo alero de mercado que cerró; y espera para que abran las puertas de la sala. Concierto de Eric Bibb, qué decir. Brillante con su voz y guitarra. Hay batería, bajo e instrumento, kora, hecho a partir de una calabaza que toca el senegalés Solo Cissokho. Lo demás es emoción, silencios, letras bonitas, canto, participación. Y sonido de lluvia que quiere acompañar algún tema. También su mujer entra en escena en algunos momentos. Al salir la gente se arremolina para comprar CDs o tener una firma. Siempre con sombrero, elegante, le felicito personalmente. Contentos emprendemos el regreso al hotel, hay charcos.

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