lunes, 4 de septiembre de 2017

de paredes a medina



Nuevo día, empieza Septiembre, sol y frío a esta hora, ocho de la mañana. Dormí poco. No me acostumbro a la soledad continuada. Cambio de transporte. De pie a autobús. Red que teje una provincia. Palencia y sus pueblos al alcance de todos. De Villarramiel a la capital media hora de trayecto y dos euros con cuarenta. No puedo por menos que escuchar la conversación de dos señoras. Emigrantes en Euskadi. Allí quedan hijos, nietos y toda una vida. Paisajes planos desde la ventana del bus. Amarillos y verdes. Paradas en pueblos, casas a medio caer, cerradas, abandonadas a su suerte. Girasoles aislados, alguien se olvidó de ellos. Palomar derruido. Sueño no dormido. Ciudad, ellas siguen hablando, incansables. 12 grados nos reciben. Paseo por la ciudad, recuerdo de otras visitas. Son fiestas, no se nota nada especial excepto que alguien sujeta un cargamento de globos. Dársenas de sobra en la estación, parecen ser muchas. Pasear a paso lento el perro siguiendo los designios del can que busca no sé qué en la hierba. Hay perros que no parecen disfrutar viéndose. Será porque uno de ellos parece muy viejo o es que se comportan como nosotros, ajenos al mundo en su mayoría. En la estación de tren hay mampara que sólo deja ver la mitad superior del tren. Sólo si eres viajero podrás ver las ruedas. Los niños no sabrán lo que es un tren completo. Arriba de Madrid. Baja un mago, dan ganas de decirle que la haga desaparecer. Una estación de autobuses es algo triste, pincho de tortilla en bar para matar más el tiempo que el hambre. 21 km de Palencia a Paredes de Nava, 1,85 euros. Y de ahí en coche a Medina de Ríoseco. Paisajes de ayer. Tráfico en la nacional a Valladolid, bullicio. La rúa, cuesta abajo, lugar de vida social, tiendas, restaurantes, bares. Luego cuesta arriba. La recorro varias veces. Como en el bar Crisol, menú económico, casero. Suena la tele que no veo. A medida que baja la calle, más abandono en locales y casas. Algunas para derribar. El río Sequillo hace honor a su nombre. Hay un monumento a la batalla de Moclín, guerra de la Independencia. Julio de 1808. Tocan a muerto en la tarde y alguien pregunta de quién se trata. Más paseos, ya acompañado por una recién llegada, colegiala. Cenamos en Casa Manolo, muy bien. Brisa del final del verano. A dormir en el hotel Vittoria Colonna.

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