Aquí también hace aire. El vendaval
se desata. También interior. El equilibrio se rompe, se rompió. Por el lado más
frágil, quizás. Nunca se sabe. Un dolor, una cojera, unas pruebas, un tubo
cerrado, un poco de claustrofobia. Respirar fuerte y profundo para sentirse en
calma. El ruido y el resultado. Carpeta con foto de maquina en forma de donuts,
resonancia abierta. Máquina que podría comerse niños o personas. Resonancias
que dan resultados. Textos, muchas líneas. Leer para asustarse y para no entender.
No es posible. Incongruencia. Falta conocimiento. Cosas que se mueren, sangre
que deja de correr, río interrumpido, calcio y sombras. Esperar, y mucho. No
dormir y voltear la mente, imparable cuando la paz se desequilibra. Por qué sin
respuesta, en plural, muchos. Paciencia sobre muletas. Mirar adelante. Y que el
pie se quede en el aire. Equilibrismo. Les llaman bastones. Aprender a caminar
con ellas. Olvidadas. Antes era diferente. El cuerpo tenía menos años. Donde
está el niño. Se fue. Pero yo soy aquel, lo recuerdo. Palabras y mas pruebas.
Colores en una pantalla, miden densidad de huesos. Se pintan colores y se hacen
gráficos. Esto es la tecnología aplicada a la salud. Menos mal que existe, al
alcance de la mano. Lo demás es amor. Ella omnipresente. Hasta para poner
inyecciones en pliegues de piel. Sale el sol, un poco. Es invierno en Madrid.
Hasta llueve. Días después. Pena de no poder pisar las calles y sobre todo los
charcos. La ventana deja traslucir sólo ruido. Ese que hacen las gotas en la
noche. Descubro que no hay inyecciones de paciencia. Mentira, siempre lo supe,
nunca lo viví, así.
Barullo y ruido. Prisas e incomprensión. Por mi parte. No
sé si por la suya. Echo en falta sosiego y claridad. En la exposición y en la
forma. Reposar y esperar, poco más. Y más citas en marcha. Porque las parcelas
son estancas. Falta el enfoque global, ¿lo tendrá alguien en el mundo de la
medicina? Para completar la mañana, atrapados en el ascensor. Se fue la luz.
Casualidades. Mastodóntico, grande. No se mueve, sólo queríamos subir seis
escalones. Luego lo hicimos. Una vez rescatados no quisimos probar que la luz
había venido. Subir escalones, pequeña ascensión en muletas. El hospital trae
recuerdos. Muchas visitas a un doctor que ya no está. Hablamos de principios de
siglo.
Una segunda opinión refuerza la
idea de que la diversidad enriquece. La forma se suaviza, se analiza y
reflexiona. No hay afirmaciones rotundas ni necesidad de vender su propio
trabajo. Hay lo que se espera. Escucha, análisis e interrogantes. Salgo con una
agradable sensación. La de poder depositar la confianza en el doctor.
La vida mas a ras de suelo. Se
sienten los baches. Ella empuja. Cuesta arriba o cuesta abajo. Esfuerzo o
menos. No para mí. Sólo ver y observar sombras. Los radios se mueven o se
paran, para una foto. Hay frenos, aplicados a ruedas que parecen de bici. El
aire se siente. El extrarradio de una ciudad en domingo.
El reuma me suena a enfermedad de
mis abuelos. Nunca supe lo que era. Y yo de repente, en la consulta de una especialista
en ello. La tarde se escapaba. Sol en la glorieta. Un señor, recién infiltrado,
espera a su hijo que viene a buscarle en coche. Se va en auto viejo. El sol
ciega mi visión. A ella si la veo. Esperar y mas pruebas, análisis, etc. y
sobre todo unas pastillas. Agarrarse a algo que se ingiere. Calcio y vitamina
D, en mi cabeza sirven para proyectar un futuro.
Descubrimiento de hace cuatro días,
siglo XX. 1922. La vitamina D. Toca preguntarse qué hacía antes la gente. La
respuesta es fácil. Ciencia y conocimiento al servicio de nuestra salud.
Carencia que hay que combatir. Pastillas y más. Ordenadas, aquí está, luego la
otra. El equilibrio trastocado. Toca volver a que los dos platillos se
equilibren en el centro. Juego de infancia. De pesas de hierro. Pesaban. Ahora
pesan las piernas. La silla eterna. Las ruedas aportan movimiento. Semanas,
fueron días antes. Medimos mes ya. El sol sale y calienta. Dicen que llegó la
primavera antes de que le tocara. Eso no cambia, un ciclo sin fin.
Se me olvidó andar. Enderezar
el cuerpo cual homo erectus. Primero un pie y luego el otro. Una muleta sólo. Todo
un cambio. Mas tiempo por delante, mas paciencia. Nada será lo mismo, nunca lo
es. Nueve semanas después. Ella sonríe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario