domingo, 18 de diciembre de 2011

latido repetido

Cuando éramos pequeños queríamos cambiar los cromos repetidos. Y esos repes pasaban a otras manos a cambio de la novedad, y si no, acababan en el fondo del cajón. Hoy vivimos rodeados de repeticiones, de películas mil veces vistas que inundan los ene canales, de los cuales sobran más de la mitad, los que repiten series donde los diálogos empiezan a sonar familiares. Y se repiten las entrevistas aunque sean nuevas, porque el contenido es el mismo, y es difícil escuchar algo nuevo de verdad, algo no dicho, otro enfoque, y cuando alguien lo hace, se le llama raro. Y se repiten los insultos en el fútbol y las majaderías de la vida. Y ahora, cercano el momento de la navidad, repetimos gestos y palabras, y éstas nos salen a borbotones deseando felicidad por doquier y años prósperos que nos gustaría parar, tan deprisa como van. Y tras la rutina de los mensajes navideños sería bueno encontrar algo, no los espacios televisivos rellenos de nada. Y es que entre acción y palabra, la primera debiera ser sinónimo de novedad, y también imperiosa, acción para plasmar deseos en realidades, para transformar nuestro pequeño espacio de realidad, y el de aquellos con los que interactuamos diariamente, ése círculo por el que ya pasó otro año más. Y aunque ya no lleguen los magos como antes, búsquelos si aún le queda corazón, ése músculo único e irrepetible, el que no volverá cuando deje de latir, el que nunca se repetirá, aunque sus latidos sean iguales a aquel primer, lejano pero novedoso.

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