viernes, 27 de febrero de 2009

rudy

Hace ya algunos años, una tarde de domingo, en una cadena cualquiera, tuve la ocasión de ver una película de esas que hacen que vayas al periódico y apuntes o recortes el nombre de la cinta con la intención de adquirirla algún día. No la compré, pero hoy, por otro motivo, me acordé de ella y encontré en la web su título, Rudy, reto a la gloria. Basada en hechos reales, si usted es de los que se conmueve en el patio de butacas o en el sofá de su casa ante la visión de esas historias que llegan al corazón, en esta película encontrará una ocasión propicia. El mercado norteamericano ofrece una abundante lista de producciones donde se pone el énfasis en el afán de superación que lleva a personas normales a conseguir objetivos que parecían lejanos o casi imposibles, la mayoría de las veces por unas aptitudes aparentemente insuficientes, aderezadas con unas circunstancias complicadas. Las actitudes que contra viento y marea empujan a los protagonistas a subir peldaño a peldaño en pos de su meta se traducen en un afán, o empeño o deseo o anhelo de superación que no se ve a simple vista y que parece escondido en muchos chavales de hoy en día. Algo difícil de estimular y de trabajar, tan plagada está esta vida de obstáculos en forma de muros que parecen infranqueables y que generan desaliento y apatía en aquellos que intentan saltarlos. Al fin y al cabo, dado que conocemos el desenlace final de nuestra película particular, sólo nos queda mirar un poco hacia dentro para animarnos en nuestros retos, así como animar a nuestros hijos a que se llenen de ese afán por perseguir sueños, los que a veces tanto miedo nos dan y por los que merece la pena vivir.

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