La mirada del niño protagonista, Bruno, parece arrojar la única luz sobre una película dura y sombría, llena de tonos oscuros y personajes atrapados. Los ojos de Bruno se desplazan por la pantalla aportando inocencia y sensatez, encontrándose con la mirada huidiza y vencida de otro niño, Shmuel, que al otro lado de la valla, sufre sin entender el por qué. Amistad, amor, sentido del deber, barbarie, orgullo, miedo, todo cabe en una película que hiela por momentos la sangre, donde los gritos y los gestos te dejan el corazón temblando, de donde sólo la luz de la sala de proyección, anunciando el final, te saca de la desazón que al espectador le produce el conjunto de relaciones tensas y tirantes que se ahogan bajo una intensa lluvia, cuando las inocencias se juntan para mirar a un cielo cargado de muerte.
El niño con el pijama de rayas (Mark Herman) 2008. Basada en la novela de John Boyne
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