Nos acercamos a Itzea, casa de los Baroja desde 1912, en Vera de Bidasoa, el río que da nombre al pueblo no está a un paso pero allá mismo hay riachuelo y fuente que no cesa de arrojar agua, quizás el rumor traspasara lo que parecen muros recios. No abierta al público, propiedad ahora de los hijos de Pío Caro Baroja, preguntamos a un vecino el por qué no se puede ver algo, o el por qué no se hace un museo que exponga parte de esa vida de Baroja, y la respuesta va en la línea de la falta de acuerdos, habrá dinero de por medio, seguro, nada que el futuro no pueda aclarar. Desde el siglo XVII en pie tiene cancela de hierro, cerrada, portón de madera de doble hoja, pequeño jardín cuidado en la entrada delantera, con flores, con balcón principal, con dos grandes escudos heráldicos y con ventanas desde donde ver llover o sentir la mucha o la poca vida del camino; ya en la parte de atrás un gran balcón corrido cubre todo el ancho y se asoma a lo que seguro fue huerta, hoy jardín, todo verde, luce el sol y todo brilla más. Otro vecino llega sin cántaros a la fuente pero con regaderas, le preguntamos y sus ojos nos miran blancos, enfermos, dice que recuerda un entierro en el pueblo, un cortejo, no pudo ser el de don Pío, habla de unas velas, pudo ser Julio Caro, la memoria se desangra; del agua que mana dice que sin duda es la mejor que nunca hubo ni habrá.
sábado, 5 de julio de 2025
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