sábado, 23 de septiembre de 2023

Nápoles—Pompeya

Algunas calles o zonas de la ciudad parecen estar abandonadas, los servicios públicos parecen no llegar o no dar abasto, se acumula la basura y la suciedad y ver a un empleado trabajar con la escoba es como ver caer una gota en el desierto. Las construcciones parecen necesitar de todo y la ropa tendida confirma que la gente vive allí. Y el fútbol que siempre tapa muchas cosas y la monja joven vestida de blanco. Los alrededores de la Plaza Garibaldi parecen concentrar a los desheredados que esperan y esperan. Nosotros esperando al tren. ¿Qué pensaría Garibaldi? ¿Y en qué se emplea el dinero público? ¿Qué tiene que ver la camorra con todo esto? Preguntas sin respuesta en un tren moderno que para a recoger gente. Afuera sopla el viento que hace bailar las palmeras, el Vesubio no se mueve. Casas a un lado, el mar al otro.

Pompeya quedó sepultada por la erupción del volcán en el año 79. Murieron miles de personas, de un total de 15.000 habitantes. También dicen que hubo gente que se salvó. Todo quedó en el olvido sepultado por metros y toneladas de cenizas y después de que la naturaleza desplazara la costa algunos kilómetros hasta que a partir de 1748 se iniciaron las excavaciones. Se ha convertido en el tercer sitio más visitado de Italia tras la Galería Uffizi y el Coliseo romano.

La visita organizada a Pompeya es larga, más de dos horas escuchando a Laura, italiana de la zona que habla un muy buen castellano. Las explicaciones son prolijas pero es imposible cubrirlo todo. Ella dice que gran parte de lo que se conoce del modo de vida de entonces ha surgido de estas ruinas conservadas durante siglos. Parece mentira pasear esas calles y ver que todo lo conocido del mundo romano en visitas previas a diferentes sitios está aquí, concentrado en una sola ciudad. Desde un pequeño anfiteatro a un teatro grande y a otro pequeño, foro incluido, templos y múltiples casas, villas y tiendas, con panaderías y bares, y por qué no, hasta con propaganda electoral en muros pintados. Sólo el 70% ha sido excavado, se sigue trabajando. Las bandadas de turistas recorremos las calles de entonces con sus enormes piedras que se combinan con pequeñas piedras reflectantes, visibles también los surcos que dejaron los carros, y entramos en patios y vemos paredes pintadas con simples adornos o con figuras humanas y nos paramos por eso del morbo delante de los moldes de yeso que se realizaron de algunos de los cuerpos encontrados. La visita podría seguir y seguir y como dice la guía en varias ocasiones para refrendar que no hemos inventado nada.

Subimos a la base del Vesubio por carretera sinuosa, con ganas de ascender al cono. Todo se frustra por el viento. Los responsables nos niegan la entrada a decenas de turistas mientras vemos como grupos anteriores bajan como si nada pasara, incluidos niños y gente mayor. Mala organización y mala gestión por parte de los que nos vendieron la excursión, nos ofrecen una pequeña devolución y un plan B que consiste en parar en un establecimiento a degustar dos gotas de limoncello mientras escuchamos sin entender las palabras de cabreo del conductor del autobús. A punto de vomito mi cuerpo por la velocidad y las curvas. A nuestra vuelta juegan al cricket en Garibaldi rodeados de todo tipo de basura por el suelo. Percibimos una vez más que los pasos de cebra son para que los coches y motos no los respeten y buscamos cena, tarea complicada pero con buen resultado, los spaghetti estaban deliciosos.

No hay comentarios: