domingo, 24 de septiembre de 2023

Nápoles—Capri

Una esquela de perro y un perro curioso. Unas paredes llenas de pintadas, los operarios barren. Trasiego en el muelle, nos agolpamos los turistas, yo esperaba un barco con terraza descubierta, no, todos dentro, catorce asientos por fila, todos sentados, embarquen que nos vamos.

A babor se ve la costa difusa y todo el mar, y más mar. Capri está llena de turistas y para escapar del bullicio tiramos cuesta arriba por escaleras y pendientes dejando casas y villas a los lados. De ahí tomamos un  camino errado que aún y todo nos lleva a Marina Piccola, una pequeña playa, más bien calas, con clubs privados y sombrillas de colores. De ahí en autobús al bullicio de la Piazzetta para iniciar otra ruta circular que se aleja por estrechas callejas y se hunde en la naturaleza. Preciosa, cansada, de azules de mar y verdes de tierra con rocas inverosímiles como el Arco Natural, con escaleras que bajarán hasta una gruta, luego hasta un mirador, pareciéramos perdidos en esos rincones solitarios. Y llegaremos a recodos y curvas desde donde seguir viendo barquitos y yates con gente que se arroja al agua y exclamaremos algo ante los inamovibles farallones, fondo de anuncios, y buscaremos agua y la encontraremos en esa civilización que no estaba tan lejos. 

Debe de ser cierto lo que decía María Laura de que está todo inventado, los humanos hacemos cosas pensando en nuestra unicidad pero repetimos fotos, experiencias y palabras y compramos los mismos trastos que luego amontonamos. Seguro que no estaba inventado lo que escribieron Gorki, Yourcenar, Neruda o Malaparte desde esta isla. Seguro que lo que vieron los habitantes de la isla el día de la erupción del Vesubio fue único, seguro que llegaron a pensar que la lava del Vesubio les podría alcanzar.

Comemos con vistas y volvemos a Marina Piccola, esta vez por el camino bueno, la vía Krupp, que ofrece maravillosas vistas. Krupp, empresario industrial, alemán, entusiasmado con la isla y gran aficionado a la biología marina pasaba aquí temporadas y construyó y financió esta senda. Acusado de homosexualidad en 1902 murió en circunstancias poco claras meses después. Unos preciosos dibujos de C.W.Allers, pintor también alemán, se exponen en el paseo. Amigo de Krupp, acusado por homosexual y pederasta a la par que el industrial, escapó antes de ser juzgado. 

De nuevo en autobús de vuelta al centro y con tiempo por delante acabamos dando la vuelta al perímetro de la isla en un pequeño barco. 17 km preciosos pasando bajo uno de los farallones por el arco del beso, parando en aquella gruta donde el agua se hizo verde y quedando salpicados de agua marina. Luego playa donde los millones de cantos rodados tienen mares por delante y las gaviotas se fijan mucho, grandes o pequeñas; hay atardecer en la vuelta, Ischia, tras los cristales marcados de sal, oculta al sol sin que la oscuridad sea completa y ya en tierra firme dos frailes, uno de ellos a la gaita, parecen esperar un barco que nadie sabe si llegará.

No hay comentarios: