jueves, 21 de septiembre de 2023

Nápoles.2

Empezamos, es por la tarde, sin comer, Nápoles al sol, calor, bajamos por la vía Toledo, calle construida por deseo del virrey Pedro Álvarez de Toledo en 1536, tío del Duque de Alba. Calle popular llena de gente que compra y pasea y come, es lunes, da igual, será la constante, turistas y vida de la ciudad, todos juntos. A un lado, el izquierdo suben estrechas calles, al derecho se llega al mar, al fondo el Vesubio dormido que siempre está ahí. Pasamos por la plaza que preside Dante y llegamos a la galería Humberto I (para ellos sin h) donde todo resplandece, tiendas y cafés bajo bóveda y techos acristalados. Todo amplio allí donde entramos ahora, se asemeja por dentro al Panteón de Roma, es San Francisco de Paula, basílica imponente a la vista, sita en la plaza del plebiscito donde dos estatuas ecuestres inmortalizan a los protagonistas. Fernando I, rey de las dos Sicilias (nombre asignado al nuevo reino en 1816, unión de los dos anteriores). Borbón, hijo de Carlos III, decide su construcción tras la recuperación del reino a los franceses. No olvidemos que ambos reinos, Nápoles y Sicilia estuvieron bajo dominio español entre 1516 y 1713 (1707 para Nápoles) y fueron recuperados en 1734. Tras unos años de dominio francés en Nápoles, diez, hasta 1816, vuelve el reinado de los Borbones hasta 1861. Al lado los contrastes, las fachadas de las casas en general tienen más años que los que tienen con un aire de decadencia que lo cubre todo. El tráfico es ruidoso y las motos parecen hacer carreras saliendo de la nada. Los primeros napolitanos con los que hablamos viven del turismo y afirman que la ciudad también vive de eso, de los dos o tres cruceros diarios que atracan en el puerto, de la pizza y de todo lo que conlleva la visita de miles de personas. La ciudad es segura afirman también. Nosotros nos llegamos al mar, al Tirreno, azul como todos, resplandeciendo con sus barquitos y su costa. Luego nos adentramos en callejuelas que dejan ver casas apiñadas llenas de balcones y ropa tendida que mece el viento, esquelas de gran tamaño, multitud de capillas con vírgenes o santos y con las fotos de los seres queridos al lado de las velas. Es el Quartieri Spagnoli, barrio que toma el nombre de los cuarteles donde se alojaban los soldados españoles. Motos suicidas que pitan y pasan casi rozando al peatón, camareros bailando con las clientas, restaurantes y bares, farolillos y los ecos de la reciente tercera liga del Nápoles por todos lados, banderas, banderolas, fotos de los jugadores y por encima o al lado siempre Maradona, el artífice de las dos primeras ligas; allá es Dios, presente en camisetas puestas o a la venta, en todo tipo de artículos, en dibujos, grafittis, murales o incluso altares. Pizza marinara para cenar, una noche que llega antes nos saca del bullicio y nos lleva a otro plano, el que enseña a aquellos que duermen y dormirán en las calles.

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