Qué es lo que nos ahoga el espíritu crítico.
Lo que nos impide salir de la masa aborregada, sacar la cabeza sin querer
seguir línea blanca o amarilla. No sé si
será el vino que atonta y adormece, o el calor, incipiente. Más preguntas, ¿y esa
gente que hasta ayer no existía?, que parece haber nacido hace unos días, que
se han hecho mayores y salen a pasear, de un lado para otro. Son nuevos, recién
llegados a este mundo, al nuestro. Nuevos figurantes para la gran obra de la
vida. Mientras, otros cambian una manzana por una cerveza, o viceversa. Es impulso
confundido. Es espíritu que descarrila.
Cine como entretenimiento y como
espoleta para pensar, película distinta, enorme. El ciudadano ilustre. Entrañas
devastadas.
Y la lluvia hermosa, que cayó a
cántaros, a mansalva. Y respirar a pleno pulmón, y pedir ayuda, a mano alzada, nervios
sin control. La clase de día que es viernes, de tarde azul que languidece,
inalcanzable en su quietud.
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