viernes, 13 de agosto de 2010

el olvido de las personas

El ministro de industria chino dice que antes de dos meses cerrará 2087 grandes empresas de su país, industria pesada, para poder cumplir con los compromisos de ahorro de energía y de reducción de emisiones. El anuncio llega 48 horas después de que los organismos internacionales pongan en duda el trabajo de China en ese sentido. La noticia no dice nada de las personas, miles, a poco que sepamos multiplicar, que saldrán mal paradas. Se les olvidó la persona. Los talibanes de Afganistán ejecutan a una embarazada de 35 años, viuda, acusada de relación ilícita. 200 latigazos y tres tiros. Se les olvidó la persona. Otros talibanes, esta vez en Pakistán, rechazan la ayuda internacional tras las inundaciones. Nuevo olvido. Descendemos del nivel de inhumanidad extrema hasta otros niveles, más cotidianos y cercanos. Una encuesta dice que el 43% de los españoles aprueba la evasión fiscal. Los cangrejos van para atrás, copiando a los humanos. Tan fácil como sumar, impuestos igual a servicios. Algunos siguen sin entenderlo. Se nos olvidan las personas. A veces estamos muy cerca de ellas, un ejemplo, las inundaciones en India. Nuestros compatriotas son buscados para ser repatriados. Unos no quieren venir. Se quedan para ayudar. Me quito el sombrero. Otros se quedan para seguir a lo suyo, esperando subir montañas o lo que sea. Otros llegan, en contra de las indicaciones de la embajada española. En caso de problema, ya les sacarán de allí en helicóptero; los nativos se quedarán, quemando a sus muertos, sin poder tomar el viaje al olvido. Es lo que dicen los que llegan: quiero olvidar. Se nos olvidan las personas. El Cardenal Cañizares parece velar por las personas, en este caso por los niños. Dice que le gustaría que la primera comunión se adelantara. Aduce que cuanto antes la hagan antes estarán preparados para el ambiente adverso que impera. El uso de razón, imperativo para tomar la comunión, lo puso alguien a los siete años. Algunos no lo alcanzan nunca. No hay edad. Otros son como el Guadiana, van y vienen, ganan y pierden la razón, lo más parecido a un loco, o a un enfermo que pierde la memoria y la recupera hasta que la pierde definitivamente y ya no pueda llegar a esa parte del cerebro que maneja el recuerdo y el olvido.

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