Se acaba la trilogía, tercera parte, la llama, la guerra civil contada
desde dentro, desde Valencia y sobre todo desde Madrid, con el hambre y las
bombas, con el miedo diario, constante, con el miedo de tener miedo tal y como
lo define el autor y que mina su salud. Con su determinación de escapar de
España con su nuevo amor, con su estancia en Francia y su viaje final al exilio
inglés. Su ex mujer queda con sus cuatro hijos en Valencia. Nada hay en Google
que permita seguir el rastro de esos hijos. Huir para escapar de la locura o de
una muerte segura dado el papel que desempeñaban ambos en su trabajo para un
gobierno o estado que se desintegraba y recelaba de todo y todos. La guerra
desde dentro, cruda y verídica. La trilogía alcanza su cenit realista en el
periodo reciente más convulso de nuestra historia.
La llama. Arturo Barea (1941)